El Bundesbank ha propuesto esta semana elevar la edad de jubilación en Alemania a los 69 años ante la insostenibilidad del sistema de pensiones actual, lo cual ha generado un intenso debate en toda Europa… menos en España, donde este asunto no aparece por ningún lado en las negociaciones entre el PP y Ciudadanos. Lo cual es muy llamativo porque la situación de nuestra Seguridad Social es especialmente grave, ya que las cuotas siguen cayendo, las prestaciones están en máximos y apenas quedan telarañas en el fondo de reserva.
Esta crisis en España se sustancia en que las pensiones han pasado de suponer un 7% del PIB antes de la crisis a un 12% actualmente. Esto se deriva de varios factores que enumera Ignacio de la Torre, profesor de IE Business School y columnista de Cotizalia. En primer lugar, está el progresivo envejecimiento de la población, que irá a peor: por un lado, solo nacen 1,3 niños por mujer y la Comisión europea (CE) estima que esta tasa apenas mejorarán hasta 1,5 en 2060; por otro, España tiene la esperanza de vida más alta de la UE.
Pero el sistema está en crisis ya, sin esperar a que aumente la proporción entre pensionistas y trabajadores. Lo cual se explica, por un lado, por el aumento en la pensión media, debido a que se jubilan nuevos pensionistas que han devengado pensiones más elevadas que las de los que fallecen (ver gráfico inferior). Por otro, porque la creación de empleo precario y la tarifa plana de los autónomos se traducen en una caída de las cuotas de la Seguridad Social, insuficientes para hacer frente al incremento de gasto.
Para hacer frente a este agujero, el Gobierno cuenta con el fondo de reserva de la Seguridad Social, la famosa hucha de las pensiones, que llegó a tener 65.830 millones en 2011. Desde entonces, los Ejecutivos de Zapatero y Rajoy han tenido que ir sacando dinero para poder pagar las pagas extras de Navidad y verano, y lo han dejado tiritando: tras los fuertes reembolsos de julio, quedan 24.207 millones (unos 3.000 más a precios de mercado, pero los bajos tipos reducirán las ganancias en el futuro). Y al ritmo actual -nada indica que se vaya a reducir sustancialmente-, es posible que se vacíe el próximo año.
¿Bajar las pensiones o subir las cotizaciones?
Esta crisis tiene mal arreglo. Philippe Waechter, economista jefe de Natixis, explica en un análisis a raíz de la propuesta del Bundesbank que, para reducir el desequilibrio, existen básicamente tres opciones. La primera es rebajar la cuantía de las pensiones, pero eso es impensable en ningún país europeo porque los pensionistas son los que votan, y en España nadie se va a jugar siete millones de votos. Lo cual explica que este tema esté totalmente enterrado en nuestro debate político.
La segunda es subir las cotizaciones, es decir, encarecer los impuestos al trabajo. Pero eso desincentiva la creación de empleo y la productividad de este, y lo que hace falta para pagar las pensiones es que trabaje más gente y que esta genere más ingresos para pagar las pensiones. Y más en España, el país con el récord de paro de Europa. Hay países que han tratado de esquivar esta elección entre bajar prestaciones y subir cotizaciones con un incremento de la deuda pública -Japón-, pero eso no es factible en un país sometido a la disciplina de la zona euro y cuyoendeudamiento ha marcado máximos históricos.
Así las cosas, la única opción factible es la tercera: elevar la edad de jubilación. Como se ve en el gráfico, la esperanza de vida es cada vez más alta gracias a la nutrición, la higiene y la medicina, y va a seguir subiendo. Según estimaciones de la CE, la esperanza de vida en 2060 llegará a los 23 años para los varones españoles de 65 años y a los 26 para las mujeres. Por tanto, hará falta reducir el número de años en que se cobra pensión y alargar la vida laboral, es decir, el período en el que se cotiza al sistema. El Bundesbank calcula que el punto de equilibrio serán los 69 años en 2060 para una persona que empezara a trabajar a los 25. Aquí, está previsto que aumente gradualmente hasta los 67 años en 2027.
¿Jubilarse a los 69… o a los 80?
Sin embargo, muchos expertos consideran que subir de 65 a 69 apenas soluciona nada, y que la elevación de la edad de retiro debe ser mucho mayor; de hecho, el Parlamento de Suecia lleva meses debatiendo una medida radical que la lleva a los 75 o incluso a los 80 años. José Antonio Herce, socio de AFI experto en Seguridad Social, aboga por un sistema dinámico en el que la edad de jubilación se vaya modificando cada año en función de la esperanza de vida.
Natixis señala dos factores que pueden suavizar la necesidad de tomar medidas tan extremas. Uno es que espera que la productividad crezca más rápidamente en el futuro gracias a las innovaciones tecnológicas que están por llegar y de las que hoy solo conocemos bocetos. Ahora bien, hay que tener cuidado con estas proyecciones, como las del «fin de los ciclos» que se hicieron también con la llegada de internet; la productividad ha aumentado pero no ha evitado las crisis ni solucionado todos los problemas.
El segundo es el papel de la inmigración -cita expresamente a los refugiados en el caso alemán-, que puede incrementar el número de cotizantes, aunque este impacto es mucho menor en países con alto desempleo como el nuestro.
Los políticos españoles, despreocupados
En todo caso, la situación de nuestra Seguridad Social es dramática. Pero aquí ningún político parece preocupado por ella. Entre las 70 medidas que Albert Rivera exigirá a Rajoy para votar ‘sí’ a su investidura, que adelantó El Confidencial, se encuentran algunas de gran calado económico, como recuperar los 2.500 millones ‘perdidos’ gracias a la amnistía fiscal o el endurecimiento del impuesto de sociedades, que será la prioridad de los naranjas para garantizar una importante fuente de ingresos. Pero ni una medida para tapar el boquete de las pensiones. Es más, una de ellas va en la dirección contraria: reducir la cuota a los autónomos. El PP no ha dicho una palabra al respecto y el PSOE tampoco parece especialmente preocupado.
El sistema de pensiones chileno enseña sus costuras y pone a España como modelo
Herce considera que lo mejor que puede pasar es que se agote rápidamente el fondo de reserva para que los políticos se den cuenta de la gravedad de la situación y se decidan a tomar medidas. Unas medidas que, a juicio de la mayoría de los expertos, no pueden consistir en una «reformita» cada 10 años, sino en unas modificaciones de gran calado que hagan sostenible el sistema.
O bien se puede cambiar directamente el sistema actual de reparto (lo que cotizan los trabajadores se reparte cada mes entre los jubilados actuales) por uno que introduzca la capitalización (una cuenta individual donde se depositen parte de las cotizaciones para capitalizarlas y recuperarlas al llegar la jubilación). Este es el modelo vigente en Chile, pero también está cuestionado. Aquí, el sistema complementario de planes de pensiones es muy poco relevante por la confianza de los españoles en las pensiones públicas, por su baja rentabilidad y por su maltrato fiscal.