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MUY INTERESANTE ¿Qué reformas se han aplicado en otros países para mantener la sostenibilidad del sistema de pensiones?

¿Qué reformas se han aplicado en otros países para mantener la sostenibilidad del sistema de pensiones?

En general, la mayoría de los estados han optado por introducir pequeños cambios, aunque algunos como Suecia han llevado reformas de calado

El intenso descenso de la tasa de fecundidad hasta situarse por debajo de los niveles de reemplazo generacional en muchos países y, al mismo tiempo, el incremento de la longevidad y la esperanza de vida han hecho saltar las alarmasno sólo en España sino en otros estados del mundo.

Con la intención de garantizar la sostenibilidad financiera de los sistemas públicos de pensiones, en los últimos años se han puesto en marcha diferentes reformas: algunas de mayor calado a largo plazo y otras, por el contrario, más limitadas. En cualquier caso, lo que se observa, según un estudio del Instituto Aviva, que ha analizado los sistemas de pensiones en casi una veintena de países, es que se está produciendo una lenta aproximación desde el modelo de reparto al de capitalización.

¿Qué diferencia un sistema de otro? En el primero (el que tenemos en España), las pensiones se financian mediante las aportaciones que vía cotización hacen las personas activas. Es decir, las cotizaciones de los trabajadores actuales permiten pagar las pensiones de las generaciones que les preceden.

Por su parte, en el sistema de capitalización, las cotizaciones están ligadas a un fondo de capital. El trabajador cotiza para asegurar su propia pensión. Así, la cantidad aportada por cada persona determina su pensión futura, con lo que desaparece la contribución entre generaciones.

Ninguno de estos sistemas es perfecto en sí mismo. Tienen pros y contras. En el redistributivo, por ejemplo, se pueden pagar las pensiones desde que se pone en marcha el modelo, precisan desde Bankinter. Sin embargo, presenta un importante riesgo de que se reduzca la relación entre el número de personas

activas y las pasivas. Esto es, que haya una proporción insuficiente de trabajadores cotizando frente al número de pensionistas, algo que con el aumento de la esperanza de vida parece una realidad más que probable en los próximos años.

Esta circunstancia que pone en peligro la viabilidad del sistema de reparto no ocurre, por el contrario, en el modelo de capitalización. Pero este último sistema no garantiza un tratamiento uniforme de todos los trabajadores, ya que dos personas de las mismas características recibirán una prestación diferente en función de la rentabilidad obtenida de los fondos donde se han invertido sus cotizaciones.

Por eso, algunos países como Suecia han optado por una tercera vía: la adopción de un modelo de cuentas nocionales (cuentas individuales de contribución definida), que mantiene el principio de solidaridad, pero adaptando el nivel de prestaciones a la capacidad económica del país.

Además, el Instituto Aviva, en su estudio Pensiones en transición, describe un cuarto sistema: el ‘autoenrollment.’ Se trata de un sistema de capitalización en el que la inscripción de un trabajador que inicia su vida laboral es obligatoria para el empleador, pero aquel puede salir de forma voluntaria posteriormente. Así, tanto la empresa, como el profesional o incluso el Estado pueden contribuir a la jubilación o cualquier otra contingencia que se pretenda cubrir.

En los últimos años y con el objetivo de reducir el déficit y garantizar la sostenibilidad financiera de los sistemas de pensiones, la mayoría de países ha implementado reformas de diverso calado siguiendo alguno de estos cuatro caminos. Un informe de PWC cita, por ejemplo, el caso de los países de Europa del Este, que han pasado de un sistema de reparto a uno de capitalización. Mientras, Suecia, Italia y Polonia han optado por un modelo de cuentas nocionales; y Francia, Alemania y Portugal han optado por llevar a cabo reformas paramétricas, es decir, han modificado algunos de los parámetros que sirven para determinar la cuantía la prestación así como su duración, incrementando por ejemplo la edad de jubilación.

Ésta se sitúa en la actualidad en la mayoría de países avanzados entre los 65 y los 66 años, aunque en casi todos se observa una tendencia a avanzar hacia los 67 e incluso los 68 pasado 2020. Los estados emergentes, de acuerdo con su

menor esperanza de vida, tienen definida la edad legal entre los 55 y los 60 años.

Además, otra medida muy común que se ha puesto en marcha para tratar de garantizar la sostenibilidad financiera del sistema de pensiones ha sido la de aumentar los periodos requeridos para tener acceso a la pensión completa por jubilación. Así, en Francia se incrementa hasta alcanzar los 43 años en 2035, lo que supone en la práctica la totalidad de la carrera laboral.

Otro de los recursos más habituales está siendo fomentar que la gente trabaje más tiempo, superando incluso la edad legal de jubilación. En Australia, por ejemplo, se premia a aquellas empresas que contraten o mantengan en sus puestos a las personas de más edad. Y en Suecia se han incrementado las deducciones en el Impuesto de la Renta para los trabajadores que dilaten su vida laboral más allá de la edad de referencia.

A continuación, les ofrecemos una radiografía de los diferentes sistemas de pensiones y de las reformas que se han puesto en marcha para tratar de garantizar su viabilidad.

Suecia

En 1994 Suecia puso en marcha una reforma estructural de su sistema público de pensiones con el consenso de todas las fuerzas políticas. Este modelo ha servido de inspiración para los cambios que han introducido en sus sistemas otros países como Italia o Polonia. Y se plantea como una salida para aquellos estados donde la esperanza de vida es alta o es previsible que crezca en los próximos años, como es el caso de Europa del Sur o del Centro.

Presenta tres componentes: una pensión de garantía, para aquellas personas con bajos niveles de cotización; una pensión de rentas (salariales) y una pensión de aportaciones de gestión privada (premium). Estas dos últimas se financian mediante las contribuciones de los trabajadores, mientras que la primera lo hace a través del Presupuesto del Estado.

En el nuevo sistema, un 18,5% de los ingresos de los trabajadores van a financiar su pensión, pero en dos cuentas separadas. Así, un 16% de los salarios brutos van a una cuenta nocional individual en régimen de reparto (pensión de rentas) y el 2,5% restante a una cuenta individual en régimen de capitalización

(pensión Premium). Estas contribuciones se asignan a un fondo de pensiones de gestión privada a elegir entre todos los que existen en el mercado sueco.

Por lo que respecta a las pensiones de viudedad e invalidez, que formaban parte del antiguo sistema, pasaron a regímenes específicos.

«Así, la pensión viene definida por el total de aportaciones a lo largo de de vida laboral y se divide por los años de esperanza de vida que tiene el trabajador en el momento que accede a la jubilación», explican desde BBVA.

Además, el trabajador puede jubilarse cuando desee a partir de los 61 años, de tal manera que cuanto más retrase su jubilación, mayor será el importe de su pensión.

Alemania

Teniendo en cuenta que el gasto público en pensiones de Alemania era muy elevado, el 11,4% del PIB, a lo largo de los últimos años se han llevado a cabo distintas reformas. Así, las pensiones se revalorizan anualmente de acuerdo con el crecimiento medio de los salarios netos. Además, se aumentan los porcentajes de cotización, del 20% en 2020 al 22% en 2030. También se ha introducido un mecanismo de sostenibilidad, de tal modo que cuando el número de contribuyente desciende o el número de pensionistas aumenta, las pensiones se ajustan a la baja.Por otra parte, se fomentan los planes de pensiones promovidos por las empresas y también los individuales, a los que se aplican los mismos subsidios y ventajas fiscales.

Italia

Debido al elevado gasto que suponía el sistema público de pensiones para las arcas del Estado, Italia ha emprendido el camino para pasar de un sistema de prestación definida a otro de cuentas nocionales. Asimismo, ha puesto en marcha distintas reformas paramétricas para reducir el déficit. Así, las pensiones se revalorizan anualmente de acuerdo a la inflación, y se puede acceder a la jubilación desde los 57 años, siempre y cuando el capital acumulado en la cuenta nocional sea suficiente para pagar una prestación de 1,2 veces la prestación social mínima.

Dinamarca

Sanidad y pensiones se financian a través de lo que el Estado recauda vía impuesto sobre la renta. Y el derecho a la pensión se genera simplemente con la residencia en el país. Ahora bien, como normalmente la cuantía de esta pensión general pública no da para vivir, los trabajadores daneses suscriben además una pensión complementaria, y otras de carácter voluntario.

El empresario paga un tercio de la contribución, y el trabajador los otros dos, que son descontados de la nómina. La pensión normalmente es un porcentaje del salario.

Francia

El régimen general de la Seguridad Social se financia fundamentalmente mediante cotizaciones, que corren a cargo de empresarios y trabajadores. Para tratar de paliar el excesivo déficit, han puesto en marcha en los últimos años tres reformas, la última en 2010. De este modo, las pensiones se revalorizan anualmente teniendo en cuenta la evolución de la inflación, anteriormente se tomaba como referencia la evolución del salario medio.

Asimismo, han incrementando el periodo mínimo de cotización para tener derecho al 100% de la pensión, pasando progresivamente de 35 a 41 años. Además, se ha incrementado la edad de jubilación, y se han introducido coeficientes reductores que se aplicarán en caso de jubilación anticipada y coeficientes positivos en el supuesto de que el trabajador se jubile más tarde de la edad ordinaria.

Reino Unido

El sistema de pensiones públicas de Reino Unido proporciona un nivel básico universal. En 2007 se adoptaron algunas medidas para facilitar el acceso a la pensión pública. Así, se redujo hasta 30 el número de años exigidos para recibir el 100% de la pensión (hasta ese momento era 39 años para las mujeres y 44 para los hombres). En cuanto a la pensión de jubilación, se aumentará de forma gradual hasta los 68 años en 2046.

Portugal

A finales de 2013, planteó una rebaja de las pensiones de un 10% para todas aquellas prestaciones que superaran los 600 euros. Además, el Ejecutivo luso insistió en la necesidad de reducir el número de prejubilaciones. Ahora bien, con la recuperación económica que ha sufrido el país en los últimos años, el Gobierno de Antonio Costa ha devuelto las pensiones a los niveles previos a la crisis.

Singapur

El modelo de Singapur es único en el mundo. Durante toda la carrera laboral, el trabajador y el empleador aportan un porcentaje del salario bruto (que varía en función de la edad) a tres cuentas de ahorro individuales: una cuenta médica, una cuenta destinada principalmente a la jubilación y otra dirigida a financiar la adquisición de vivienda o a pagarse unos estudios, entre otros fines. Poco antes de la jubilación (a los 55 años, concretamente), el trabajador puede reordenar sus saldos en un fondo destinado a la pensión exclusivamente. El requisito de residencia permanente es imprescindible para ser beneficiario de este fondo de ahorro.

Australia

Las pensiones se financian con impuestos generales, por lo que no se tiene en cuenta los años trabajados ni cotización alguna, tan sólo un periodo de residencia en el país de 10 años. Así, en el modelo que aplica Australia se desvincula la condición de trabajador con la prestación de jubilación y de otras contingencias que cubre el sistema público. Y la cuantía de las prestaciones está condicionada a los ingresos y patrimonio de los beneficiarios.

Estados Unidos

El sistema de pensiones cubre únicamente las situaciones de necesidad. La mayoría debe ahorrar para su propia jubilación a través de aportaciones individuales o a través de las empresa.

Japón

Conscientes del grave problema al que se enfrentaban -Japón es uno de los países con mayor esperanza de vida pero también con una de las tasas de natalidad más bajas, el Gobierno nipón puso en marcha una batería de reformas fiscales para revisar los gastos de la Seguridad Social, especialmente las pensiones y los costes sanitarios. Hace un par de años, el Ejecutivo anunció una subida de impuestos para frenar la creciente deuda pública y sanear las cuentas. Además, y teniendo en cuenta que en 2060, el 40% de la población será mayor de 65 años, se baraja la posibilidad de modificar las leyes de inmigración para facilitar la llegada de extranjeros.

En cualquier caso, y se adopte la reforma que se adopte, lo que parece una evidencia es, como apunta José Antonio Herce, coordinador del estudio ‘Pensiones en Transición’, «la Seguridad Social originaria, tal y como fue creada hace más de 100 años, ha quedado desdibujada por lo que se hace indispensable adaptar los esquemas de pensiones a los retos que nos plantea la demografía».

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